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El arte del cuidado

Cuidar a un adulto mayor puede ser gratificante y extenuante al mismo tiempo. Por un lado, se trata de una actividad que puede darle mayor significado a nuestra vida, ya que afianza las relaciones familiares y nos enfrenta con un aprendizaje constante; pero esto a veces se contrasta con una sobrecarga de trabajo y unas consecuencias en salud para el cuidador.

 

En nuestra cultura la mayoría de las personas que están encargadas del cuidado de los adultos mayores desarrollan esta tarea por obligación, puesto que se basa en relaciones afectivas y de parentesco. Así mismo, las mujeres son quienes más asumen esta carga, especialmente las hijas de los pacientes, cuya edad oscila entre los 40 y los 55 años.

El trabajo de cuidar a un adulto mayor casi nunca es remunerado, a pesar de que trae consigo altas responsabilidades, desde encarar decisiones difíciles y los retos que pueden imponer ciertas enfermedades terminales, hasta proveer servicios permanentes de alimentación, limpieza, compañía y curaciones.

Los familiares que se encargan del cuidado de los adultos mayores son cuidadores informales, es decir que muchas veces no están capacitados para ejercer este oficio. Existen, a su vez, personas que cuentan con diferentes grados de entrenamiento, desde técnico hasta profesional, y que al ser contratados sí reciben remuneración por su trabajo.

 

Los cuidadores informales pueden llegar a proveer más de diez horas diarias de trabajo, por lo cual tienden a desarrollar problemas físicos, enfermedades o deterioro de su salud emocional. Pueden sentirse depresivos, ansiosos e incluso hostiles a causa del cansancio, lo que repercute en un posible maltrato hacia el adulto mayor.

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La sobrecarga normalmente está asociada a los síntomas que presenta el paciente, principalmente a los problemas del sueño, la incontinencia, los cambios en la conducta, la agresividad y la agitación.

Quienes cuidan adultos mayores con demencias tienen un peso adicional, puesto que se trata de una patología que demanda un gran esfuerzo físico y emocional, y que a su vez genera altos niveles de estrés y frustración por el deterioro progresivo que sufre la persona que la padece.

 

Algunas recomendaciones para cuidadores

 

Si estás a cargo del cuidado de un adulto mayor te compartimos, a continuación, una serie de consejos que te pueden servir para realizar esta actividad de manera propicia y equilibrada.

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1. Nadie puede cuidar a otra persona si antes no se cuida a sí mismo. En todo momento prioriza tu salud física y mental, pues solo si estás en buenas condiciones podrás proveer el cuidado que tu paciente necesita. La relación entre ambos es “simbiótica”, y lo que te afecte también lo afectará a él o ella. Al cuidarte, también lo cuidas. Así, date tiempos de descanso, desarrolla otras actividades y tómate vacaciones de vez en cuando.

2. Infórmate con fuentes confiables sobre las enfermedades que sufre el adulto mayor que tienes a tu cuidado. Comprender, por ejemplo, las etapas de una enfermedad, te puede permitir estar preparado para enfrentar una posible crisis y actuar de manera consecuente, así como saber que muchos de los síntomas son manifestaciones de la patología.

 

3. Indaga por los intereses del adulto mayor, esto te ayudará a desarrollar una mayor empatía con tu paciente y facilitará la experiencia del cuidado.

 

4. Ajusta las necesidades de tu paciente a las capacidades que tú tienes como su cuidador. Aunque este sea familiar tuyo, incluso madre o padre, ten presente que no puedes hacer todo el trabajo solo. Traza límites, define prioridades y pide ayuda en caso de que sea necesario.

5. Puede ayudarte asistir a socializaciones educativas o involucrarte con grupos de cuidadores para compartir tus experiencias entorno al cuidado y realizar actividades lúdicas.

6. Ten presente que el cuidado está relacionado con proveer la mejor calidad de vida posible para el paciente, lo que significa que muchas veces, a pesar de tus esfuerzos, el enfermo no se va a recuperar. Si ajustas tus expectativas podrás disminuir los niveles de frustración.

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